Hace unas semanas compartí en mi cuenta de Instagram una publicación que me salió de las entrañas y recibí tanto cariño que me quedé sorprendida.
Quiero recuperar aquel texto para darle forma de publicación en el blog, al fin y al cabo todas nuestras cuentas de Instagram pertenecen a Instagram y el blog es solamente mío, así que si por algún casual Instagram cierra en algún momento….no quería perder este texto tan personal.
“Las rayas horizontales te hacen más gorda”, “las prendas de punto mejor no, que se te pegan”, “con tus caderas no tendrás problema para parir”, y la mítica…
“con lo guapa que eres, que pena que no adelgaces”.
Mis 42 años han ido construyendo un chubasquero para comentarios desafortunados (maleducados, diría yo) y si bien es cierto que los interiorizas y te afectan en su momento, (con 15 años eres vulnerable aunque lo niegues y con 8 ni te cuento), a día de hoy resbalan por mis curvas como en un parque de atracciones. Pero eso no viene de serie, querid@s, muy a nuestro pesar.
En otros temas la gente se preocupa por utilizar un lenguaje inclusivo y no discriminatorio pero, chica, las gordas estamos en el último lugar en tema de normalización y respeto. Creo que es un tema que sigue candente en los patios de cole y que se utiliza para insultar, humillar y discriminar a niñ@s y también creo que muchos adultos lo emplean de manera despectiva sin ser conscientes…y nuestros niños escuchan aunque creas que están despistados.
A la señora impertinente de la tienda que les dice que “esa tripita se te va quitando los helados”, a ese madre que, sin mala intención, comenta despectivamente que alguien está gordo delante de sus hijos… a la amiga que te dice: “que guapa estás, ¿has adelgazado?”. ¡Basta ya! Ahí comienza el estigma y que “gordo/a” sea un adjetivo peyorativo.
Porque ser gordo no es sinónimo de estar insano o feo, igual que ser delgado no implica salud y belleza. Porque tenemos cuerpos y metabolismos diferentes y somos personas a respetar. Porque algo estamos haciendo mal cuando “gordo” es un insulto y “delgado” no lo es.
Porque se me rompe el corazón cuando mi hija me dice “‘mami, ¿cómo haces para que no te duela cuando te llaman gorda?”.
Bastante difícil lo tienen nuestros hijos con tanta exigencia social como para que encima les enseñemos a hacer bullying verbal por un lado y a tener que aceptarlo en el lado contrario. Que sea algo que se ha hecho siempre no quiere decir que esté bien.
A respetar se enseña cuidando el lenguaje.
Párate a pensar en este texto y ojalá mañana mires con otros ojos.