Si eres madre de dos (o más) seguro que este post te va a resultar familiar. Y si eres mamá de uno y estás a punto de tener el segundo…puede que te sirva para que no te pille desprevenida.
Cuando eres madre primeriza y pasas por la revolución de hormonas que suponen el embarazo y el postparto, las lágrimas se convierten en algo familiar. En este post que escribí hace un tiempo, os hablaba de esas cosas que nadie te cuenta antes de ser madre… y…creo que es momento de ampliarlo.
La maternidad es un milagro, maravillosa, una experiencia vital, un amor infinito… y también tiene sus sombras. Todas compartimos esta curiosa dualidad de sentimientos: esos momentos que dan sentido a la vida junto a cansancio extremo, inseguridades y dudas existenciales.
Antes, la maternidad estaba por encima de todo. Ahora, afortunadamente, nos hemos relajado y podemos seguir siendo también la mujer que éramos, sentirnos realizadas con nuestras profesiones (aunque el tema de la conciliación sea complicado, mucho) y podemos decir a voces que hay cosas que no nos gustan y disfrutar de esos momentos de malasmadres. Eso nos une, nos alivia, nos sirve de desahogo y nos hace fuertes.
A lo que voy, que me despisto. Ser madre por segunda vez, en nuestro caso, fue una decisión tomada antes incluso de nacer Amaya. No queríamos tener hijo único y en ese sentido creo que dar un hermano es uno de los mejores «regalos» que le puedes hacer a un niño.
Ahora bien. A esas hormonas revolucionadas del propio embarazo y postparto, con el segundo hijo tienes que sumarle algo que muchas hemos vivido y que a muchas nos machacó: La culpa. Un sentimiento de culpabilidad que suma más lágrimas todavía a las lágrimas hormonales. Sentir que descuidas al mayor, que no te estás ocupando bien del bebé, que no llegas a nada… Pensar que acabas de destronar a tu propio hijo, que no serás capaz de cuidarles, pensar que quizá tu amor ahora se divide entre dos, tener miedo a hacer diferencias o a que tu mayor te deje de querer…Qué mala es la culpa. Tan mala como absurda en la maternidad.
Las primeras semanas son MUY MUY complicadas. Pero todo pasa, igual que el dolor del parto.
El consuelo: que lo puedes hacer. Que eres más fuerte y capaz de lo que crees. Que el amor, lejos de dividirse, se multiplica. Y que necesitas ayuda y delegar.
Necesitáis ( tu, tu pareja y tu hijo) un período de adaptación, de aprendizaje.
Y en ese período que tu aprendes a ser mamá de dos y encuentras la manera y el momento para ser mamá de cada uno, tu hijo mayor te demuestra que es capaz de querer más que infinito y que se adapta de manera natural a la nueva situación.
Una vez que pasa estas primeras semanas, no te puedes imaginar la vida sin ser bimadre, y de repente muchos de los mejores momentos que recordarás serán de ellos juntos.

Los celos, en nuestro caso, no llegaron en este período sino que llegaron con el paso de los meses. Pero esa, es otra historia. :-)
Enhorabuena bimadre. Lo estás haciendo muy bien.
Hola Belén!
En nuestro caso, como llegaron dos de golpe, todos esos sentimientos que describes los tuvimos desde el minuto cero de convertirnos en padres, el no poder dedicar tiempo en exclusiva a cada uno, no dábamos abasto. Los seis primeros meses de mi estreno en la maternidad los recuerdo en una nebulosa en la que nuestra única meta era sobrevivir al día. ¿Por qué iba a sentirme culpable, si yo no tenía culpa de nada y además cuidaba de mis niños lo mejor que podía y sabía? Pues me sentía, que no llegaba, que los bebés no tenían suficiente cariño… Estoy totalmente de acuerdo contigo en que la culpa es el sentimiento más absurdo que podemos tener, y, sin embargo, lo tenemos…
Después tuvimos otro hijo, al que, a pesar de ser el tercero, le pudimos dedicar atenciones exclusivas que sus hermanos no tuvieron. Pero esta vez decidí no sentirme culpable por ello.
Un beso
Ana
Pues así es, ser madre, bimadre y algunas son o serán tri y hasta cuatri, es una extraordinaria experiencia.
Valientes todas porque cada hijo, cada momento, cada etapa, necesitan adaptación y aprendizaje y eso se consigue con muuuucha paciencia, mucho arte e ingenio y también… algunas lágrimas que unas veces serán de pena, culpa, hormonas locas, no sé qué me pasa, dudas, tristeza… pero también, de alegría y felicidad.
Así que celebrar todas esas emociones, disfrutarlas y asumirlas como algo natural que forma parte de esto tan maravilloso que es la vida.
Un beso de jueves.
Lo siento y vivo así. Un besazo
En un situación en la que te encuentras así agradeces enormemente estas palabras, porque aunque el segundo venga en camino y no pare de revolotear en la tripa, la soledad que se siente e incomprendibilidad es muy grande, ya sea por tema hormonal o porque el cansancio del embarazo, atender la casa, el trabajo y al pequeño que ya hay en casa solo saque lo peor de ti…se agradece llorar, aunque no nos solucione nada, pero solo una mujer en esta situacion es capaz de entender el agobio y la culpa de todo. Si aún no ha nacido el segundo y ya me siento culpable por no poder atender al pequeño al estar constantemente agotada…no puedo imaginar cuando esté aquí el segundo…lo siento, pero hay veces que la sombra (como se dice) de la maternidad supera a la ilusión y solo llorar me alivia…aunque no me solucione nada. Nadie te prepara para esto y sólo quién lo vive es capaz de entenderlo. Ánimo a todas esas mujeres que lloramos sin saber bien por qué y tenemos tantos momentos de incomprensibilidad!
Qué gran verdad,bebe!…. por cierto,ya veo a quien sacaste tu vena de escritora,que bonitas palabras de tu madre. Mil besos
Aisssss, aun no ha nacido y ya me parece todo muy complicado, me cuesta creer que podré querer a este «intruso» que tengo dentro tanto como al primero…. espero que como dices, todo sea cuestión de que nazca, tiempo y adaptación!
Por cierto, superfan de tu madre, jejeje
Es tan cierto que el sentimiento de culpabilidad nos acompaña en la maternidad!yo ya me hago la idea que es un poco inevitable…con nuestros hijos no nos permitimos muchos errores! Para mi es verdad que fue mas difícil cuando nació el segundo porque de alguna manera todavía arrastras inseguridades de primerizas. Pero la verdad es que cuando coges mas confianza y te das cuenta de que el amor efectivamente se multiplica, con el tercero y el cuarto es aun mas fácil que con los dos primeros. Mis hijos son felices con sus hermanos, y a mi marido y a mi nos han unido mas que nunca en un súper equipo, así que ahora esperando el quinto tengo menos miedo que con el segundo.
Madre mía, Clara!!! esto es ser una super madre.
El quinto, tal como está la vida, es una valiente temeridad, pero indudablemente, una inmensa alegría.
Bravo por este equipazo.
Que post más bonito y me viene al pelo, porque el año que viene seremos uno más. Y son cosas que no dejo de pensar. Mi postparto lo recuerdo con tristeza porque no dejaba de llorar. Ahora por lo menos se a lo que me enfrento y se que es pasajero. Gracias Belén!
Y para todas las demás, las que parenapares, las de los momentos incomprensibles -estos los tenemos todas- y a mis superfans …. jajajaja, gracias, guapas, para todas mi admiración, mucho ánimo.
Pero sobre todo disfrutar, disfrutar a tope la infancia de vuestros bebés porque cuando se pasa si que da una pena enorme no haberlo hecho, y no hay vuelta atrás.
¡¡Por fin es viernes!!