
ELLOS. Los padres. Ellos a veces quedan en segundo plano. Que ellos no estén implicados físicamente en el embarazo, el parto y la lactancia les hace partir de una posición diferente. No mejor ni peor. Diferente. Y a veces incluso nosotras canibalizamos su lugar.
Ellos cambian por dentro igual que nosotras cuando nace un hijo. El sentimiento de ser padres es maravilloso y ellos a penas lo comparten. Esta sección es para ELLOS. Aquí quiero darles la importancia que merecen y tirarles de la lengua para que abran su corazón.
El primero en lanzarse es Tito, puedes encontrarle trabajando como diseñador creativo free lance en maldegorf.com. El fue compañero de mi etapa como publicitaria. Sensible, tímido, con los pies en la tierra y un corazón enorme. Creo que es una «confidencia» especial para inaugurar esta sección. No digo más porque su texto y sus fotografías valen más que lo que yo pueda decir.

Hace tiempo leí que cuando una pareja se ama, de sus vicios y virtudes suele surgir un monstruo. En nuestro caso ese monstruo es una princesa vikinga, de pelo oscuro con reflejos castaños y una sonrisa que manipula al mismo diablo. Su nombre es Olivia.
Supongo que como todos los padres, vemos a nuestra hija como la más lista, guapa, encantadora, despertadora, etc… «del mundo». Para nosotros lo es. Con V (llamemos así a su madre, mi reina y mi vida) he creado un ser que inunda cada hueco de mi corazón, de mi cerebro y de mis músculos.
Nunca imaginé tener hijos, nunca los quise, y apareció V y dio la vuelta a todo. Luego llegó Olivia y la catarsis total se produjo. Sin avisar, tras nueve meses de espera, comenzó a cambiar nuestras vidas de arriba a abajo. Hoy seguimos siendo nosotros, pero somos más. Yo soy más yo.
La historia de mi nuevo yo comienza el tres de marzo de 2014, hace relativamente pocos meses, aunque para mi son años. Ese día nació Olivia y, aunque nunca había cogido un bebé en brazos, la tuve que sostener después de ver a mi chica sacarla de dentro. Después de unos lloros tranquilizadores, la enfermera preguntó por “el padre”, bajé de unas nubes extrañas y abrí los brazos.
En ese momento me sentí el ser más poderoso y más débil del planeta, abrazaba cuatro kilos de persona que miraban todo sin enfocar nada. Pero no temblé. Y me gustó.

Luego llegaron los primeros meses, esos en los que los días y las noches son dos partes divididas de tu día a día, donde sabes que te toca cambio de pañal cuando el bebé haya exprimido bien las tetas (me niego a decir “pechos”) de su madre, que no volverán a ser tuyas hasta pasados unos meses.
En esas largas primeras semanas, que parece que tenemos los ojos cargados de arena, descubres que tu agenda ya no es tuya tampoco. Que los freelance que antes hacías cuando querías dependen de un pañal sucio o un llanto que no acaba. Y aunque el trabajo trae el dinero a casa, baja varios cientos de escalones, porque ahora importan mucho más dos décimas de fiebre que dos mails “calientes» de tu cliente preferido. Tus prioridades son otras y todo se enfoca en el bien y la tranquilidad del bebé y la familia.
Esos meses también dejas de salir, quedar y moverte como antes. El carro ocupa el maletero del coche. Los perros se sienten desplazados. Vas al pueblo cuando ves que la niña lleva varios días “normal” e intentas cuadrar las citas sociales como un tetrix en el nivel 10. Todo pasa muy deprisa y vas sumando visitas al pediatra, cumplemeses, trucos para dormirla, la “cuarentena”, peleas por cansancio y esa resaca infinita que hoy creo-sé que durará toda la vida.
Es imposible, desde que nace, dormir tranquilo al cien por cien, por eso cuando la oyes llorar corres a cogerla, a meterla en la cama y sonreír al oírla respirar. Eso movimiento leve en su body es el mejor regalo que pueden hacerte, no hay infusión o maratón que relajen tanto como verla dormida.

Esos miedos del principio, a que respire, a que coma bien, a saber qué le duele, por qué llora… Van en aumento. Y no aprendes a llevarlos, los llevas y punto. Como la resaca de cansancio. Los miedos crecen tan fuerte y tan rápido como tus emociones.
Yo antes no temblaba al oír música clásica, no lloraba cuando un padre se despide de su hija (Nota: ver Interstellar siendo padre es más duro que hacer un Iron Man), no tenía ganas de matar al suelo, o a un juguete, si provocaba el llanto de mi hija. Ahora soy más sensible, en lo bueno y en lo malo. Ahora tengo una niña fuera y un dragón dentro que a veces duerme y a veces echa fuego hacia cualquier ser, ente o brizna que se digne a molestarla.
Esas sensaciones, si aprendes a llevarlas, te hacen sentir más grande. No mayor. Quizás sean una de las mejores cosas que te pasan al ser padre, visto desde el lado egoísta. Porque verla imitarte o buscarte ansiosa cuando te escondes cinco minutos en el lavabo también te llena de orgullo y satisfacción. O cuando repite tus gestos. O cuando te llama por primera vez, esa vez. Ese vídeo que habrás visto tres millones de veces. Ella llena el carrete de tu móvil y te duele hasta borrar una foto en la que sale desenfocado su píe. Esas sensaciones.
A ese punto se llega. Extremo.

Y cuando consigues desconectar tu corazón y escuchar al cerebro, abres los ojos a la misma realidad, a tu vida, que ya no es igual tampoco. Haces cuentas, y donde antes ahorrabas ahora tienes déficit. Te acuerdas de esos mails que dejaste sin contestar. Te dices a ti mismo que hay que hacer más cosas, replantear negocio, llamar a Javier que estará mosqueado porque lo dejaste tirado cuando fuiste a urgencias. Devolver llamadas y mensajes. Esa vida está ahí esperando mientras vives embobado mirando a tu hija.
Este punto es el más complicado cuando eres padre. Ahora lo llaman “conciliación” pero según sea tu trabajo será más fácil hacerlo o no. En mi caso, trabajando siempre que puedo desde casa, es una mezcla explosiva. Porque si Olivia dice basta, photoshop, la libreta y tu cerebro son suyos. Pero también sabes que necesitas mucho para que Olivia siga siendo feliz, porque todos preferimos unas zapatillas bonitas a unas heredadas. Y ahí llega la dolorosa balanza, donde tienes que decirle a Olivia, o a V, que no puedes. Entonces no miras, por no ver sus ojos tristes.

¿Ser padre es como esperaba?
Nunca me lo planteé, no lo quise hasta que V orinó en un plástico y una tipografía digital dijo “2-3 semanas”. Entonces empecé a pensar y a sentir de otra manera. Empecé a conducir más despacio y a impedir que V condujera si yo podía. Empecé a comprar pastillas de ácido fólico para ella y vitaminas para mi. Creamos un excel con todo lo necesario para la bebé. Cambiamos la habitación de invitados. Montamos muebles… Quizás fui padre antes de serlo. O quizás fue cuando me la dio aquella enfermera y como un rey medieval que deja la espada caer sobre mis hombros me nombró padre. Y no temblé. Y me gustó. Y seguiré siéndolo hasta el día en que no pise esta tierra. Y Olivia me llevará dentro aunque yo no esté a su lado.
¿Qué papel asumes como padre en el día a día?
Siguen pasando meses y donde antes podías ayudar un 30%, porque no tenías tetas ni conocía su corazón tanto como el de V, empiezas a sumar. Te involucras en todo y del 30 pasas al 100%.
Vengo de una familia andaluza, donde mi abuelo si te veía ayudar en casa te llamaba maricón. Esa cultura antigua y triste. Ahí crecieron mis padres, y aunque evolucionaron mucho en su mentalidad, tienen un pasado arraigado. Y aún hoy para ellos es extraño ver a un padre cambiar el pañal, dar el biberón o simplemente pasar tiempo con sus hijos. Ahora ellos, los nuevos abuelos, sí quieren disfrutar de lo que no pudieron hacer en sus propios hijos, pero les queda un pasado oscuro que a veces notas, como en muchos aspectos de esta sociedad.
Por eso digo que me involucro al 100%, porque no considero que haya que dividir o repartir nada, porque Olivia tiene una madre y un padre, y ella no analiza horarios, particiones u obligaciones de uno u otro. Nos quiere y nos necesita a ambos, sin porcentajes.
¿Ves a la madre de tu hija de otra forma?
V es la pareja más importante de mi vida. Y ahora, además, es la madre de mi hija. Antes la podía amar con locura y desear con mucha hambre. Y ahora más. Ayudó a Olivia desde el primer día, no porque tuviera nada “malo”, sino porque sabe qué teclas tocar para estimularla y que la bebé creciera más en todos los sentidos. Mezcló su profesión y su maternidad y donde algunos médicos y familiares veían “fricadas», con el tiempo calló todas las palabras que se oían con sorna.
No pude ayudarle a cargar los kilos del embarazo, pero preparaba meriendas especiales cuando volvía del trabajo. No se me abrieron los huesos ni me cortaron la carne para que Olivia saliera, pero ayudé todo lo que pude, aunque a veces sólo fuera llevando una batería extra para el móvil.
Virginia para mi, antes de Olivia era una súper-mujer, y hoy es una super-heroína.
**Las fotografías son de Tito. Puedes encontrarle en Instagram @maldegorf
De lo mejorcito que he leído últimamente Belén!!
Un acierto de sección.Un lujo ese invitado que la inaugura y que no conocía, pero seguiré, porque me ha enamorado la sencillez de su fotografía y lo que transmite
Y creo que a Olivia le encantarían las divertidas poesías de Gloria Fuertes!!!
Un besazo enorme
Mil gracias Pepa!No sabes la ilusión que me hace que me digas esto. Tu eres especialmente sensible y me alegra que valores esta sección. Ojalá llegue a muchos lectores y que se animen a compartir su «confidencia». Un abrazo enorme!
Muchas gracias Pepa! Apunto las poesías de Gloria Fuertes para cuando pase por la librería.
Nos vemos por IG y demás redes!!!
Aplaudo esta iniciativa de colaboración para el blog . Me encanta la idea , un maravilloso y emocionante post el de Tito . Me quedo con la idea de involucrarse el 100% y no dividir responsabilidades , ellos no entiendo de nada de eso .Como bien dice Tito nos quieren y nos necesitan por igual a las mamás y a los papás .
Besos ,
Nuria U.C.
Gracias Nuria! Todo el mérito es suyo, yo solo le lié para que soltase lo que siente siendo papá. Un abrazo
Gracias por los piropos Nurelaumpi! Intenté buscar en las entrañas, darles un poco de luz y parece que salió bien.
Sobre el 100% es algo que he aprendido con el día a día, de otra manera no entendería ser padre o madre.
Impactada me has dejado… con la sección y con la colaboración de Tito. Igual que Nuria me quedo con eso de no dividir, todo al 100%
Gracias Sonia! impactada? si? leemos todos los días blogs de mamás y la verdad es que…tenerles a ellos a nuestro lado es parte de la maternidad así que porqué no darles su espacio. Un besazo
Belén, chapó! Tito, chapó! Yo sólo puedo decir que cuando veo a mi moreno con mis 2 boliños sólo puedo sentirme feliz. Una colaboración preciosa. Besos!
Gracias Ana! Creo que eso nos pasa a todas. Se nos cae la baba al ver a nuestros chicos en modo infantil- ON. Un besazo
Belén, qué post tan bonito! Me ha encantado tu nueva sección y estoy deseando leer más. No conocía a Tito pero ya soy fan, qué palabras tan bonitas :)
Un besote a los dos!
Tito es maravilloso. Ya lo has podido leer. Ojalá todos los padres pudieran verbalizar así sus sentimientos. Un abrazo y gracias por estar siempre apoyándome!
Mil gracias Mary!!!
Que bonito, me ha encantado, felicidades a los dos!
Gracias marielou! Me alegro un montón!
Primero de todo Belén: enhorabuena por la sección porque ME HA ENCANTADO. Genial, genial, genial.
Es verdad que la faceta padre está un poco olvidada en la Blogosfera, puede ser porque la mayoría de las bloggers somos mujeres, no lo sé, ¡pero su papel es tan importante!.
Tengo la suerte de que mi chico comparte conmigo (al 100% como dice tu entrevistado) todo lo que tenga que ver con las niñas, así que cuando viaja, se me hace todo cuesta arriba. Imaginar que tuviera que hacerlo sola todo siempre, uf… sería duro muy duro. Así que ¡arriba esos papis que son una joya y que encima nos dan family-points muy a menudo!.
Besazos y de nuevo felicidades!
Plas, plas, plasss!!! Un aplauso y una enhorabuena gigante a los dos!! Increíble la sensibilidad, sencillez y amor que transmite…
Seccionaza!! ;-)
Ya estoy aquí, hoy más tarde por imprevistos.
Y antes de nada quiero felicitarte por haber creado esta sección IMPORTANTÍSIMA para los papis, esos héroes olvidados inmerecidamente.
Y felicitar a Tito por su sincera confidencia, por su entrañable forma de contar cómo se sienten los papas cuando llega un bebé y por hacernos ver que las mamás no seríamos NUNCA nada sin ellos.
La mayoría de los hombres son más herméticos que nosotras a la hora de mostrar sus sentimientos y creo que es una cuestión ancestral porque esas demostraciones les hacían parecer débiles… o como dice Tito «maricones» ¡Cuánta ignorancia, por Dios!
Me ha encantado y emocionado, Y me encantaría conocer a Tito para darle un gran abrazo. Espero que otros papis sigan su ejemplo y participen es esta sección -o en la que quieran ¿no?- contando sus experiencias y cómo sienten ese amor inexplicable por sus hijos.
Otra vez felicidades, Belén, porque ELLOS se merecen que reconozcamos, y les digamos, lo importantes que son para los peques y para nosotras.
Un beso grande.
Abrazo recibido Marisa!!!!!
Me alegro mucho de que te haya gustado mi historia. Voy a romper una lanza a favor de todos los padres diciéndote que es cierto, muchos no lo expresan… pero realmente sólo hay que buscar un poco y empezamos a soltar… aunque es complicado!
Un abrazo más!
Precioso el escrito y muy buena la nueva sección! Me ha encantado ;)
Gracias Agata! Muac!
Enhorabuena por el blog Belén y la idea.
Yo a Tito lo conocí cuando era Curro. Ese “yo” que él sitúa antes del 4 de marzo. Ese “yo” de mucho antes, el que no creía-quería tener hijos. Y doy fe (sin juicio por combate) de que esas palabras que ha expresado en este blog son tan ciertas como las fotos. Parece que algo hacen en nosotros esas pequeñas criaturas.
Uno que vive antes del 4 marzo.
Magistral T.
El señor Alfonso me ha visto en las cumbres más altas y en los antros más oscuros. Y ahora sabe perfectamente que estoy en una nube gracias a mi reina y mi princesa!
Un abrazo A!!!
Me ha encantado!! La nueva sección y él, su manera de describir ese sentimiento, esas ganas de su niña!!
Un besazo!!
Gracias Laura! Es que tito es mucho tito! un beso!
Felicidades por esta sección, es muy importante que se conozca la perspectiva de la paternidad que ayude a romper los roles tradicionales de la paternidad/maternidad: padres proveedores económicos y madres cuidadoras y educadoras. Las emociones, los sentimientos y las sensaciones no entiende de géneros, el amor no tiene género; las criaturas solo entienden de afecto, la infancia es la etapa más importante y han de ser guiadas para hacer frente a un entorno hostil, y qué mejor que la co-responsabilidad para que crezcan siendo seres humanos plenamente capacitados para hacer frente a esta hostilidad siendo felices. Espero con ansia, más testimonios.
Muchas gracias tabién por emocionarnos Tito.
muchísimas gracias Montse por tu comentario. Totalmente de acuerdo con todo lo que dices y la sección lo que trata es de romper esos roles tradicionales. Un abrazo!
Preciosoooooooooooooo, me ha encantadooooooooooooooooooo¡¡
gracias Isabela!! un beso!