Intenso. Como el buen café. Como una buena charla de esas en las que 3 horas parecen 15 minutos. Así es Daniel Troyse. Un mexicano en Madrid, un padre generoso, psicólogo y psicoterapeuta. Toda esa mezcla explosiva concentrada en esta Confidencia #2. Este espacio es para ELLOS, para que los padres compartan su experiencia del mismo modo que hacen en los Grupos de Encuentro y Apoyo entre hombres que se celebran en Planeta Invisible con Daniel a la cabeza. Queda camino, pero que los padres sean capaces de compartir lo que la paternidad les hace sentir está despertando y compartir esa intimidad les hace aún más grandes.
Os dejo con Daniel….Espero que disfrutéis con su confidencia.
“Me parece que ese niño tiene frío” me dice una señora en el metro.
“Ay, echas de menos a tu madre” otra a mi hijo en el supermercado.
“Mira qué mono, qué bien que ayudes a tu mujer con los niños”
Me he acostumbrado a ser un bicho raro. Cuando vimos a la ginecóloga para nuestro primer embarazo, no solo no me dirigió la mirada, me regañó cuando contesté sobre la fecha de la última regla de mi mujer.
Para algunas mujeres soy un hombre bueno, para otras un intruso. Los hombres se debaten entre verme como un calzonazos, un integrista de la educación o un padre que se implica solo por necesidad. No los culpo, esto del hombre presente en la crianza aún nos descoloca, remueve nuestras costumbres, criterios, prejuicios y actitudes.
Así que me parece genial aprovechar este espacio y compartir mi experiencia. Por defecto profesional –soy psicólogo y dedico parte de mi trabajo al encuentro con padres- me entusiasma la posibilidad de que mi perspectiva sirva de ayuda para integrar la nueva paternidad con gusto y soltura. Afortunadamente cada vez somos más hombres de familia.
Escogí casarme y tener hijos sin la más remota idea de lo que supondría. Aún así lo elegí y para mi esto tiene mucha importancia. Significa que no me controló ninguna fuerza extraña.
La decisión de estar presente es mía, la tomo cada día; elijo estar con mis hijos y con mi compañera a pesar de lo difícil y oscuro que puede llegar a ponerse.
Ser padre es algo que ocupa y describe la totalidad de mi vida presente. Por ponerlo en una imagen, es la gasolina, el coche, el motivo del viaje, el destino, la música que acompaña, el GPS y hasta la ITV. Cuando hablo de paternidad hablo también de la relación con mi mujer.
Desde la llegada del primer embarazo han ido emergiendo partes de mí que ignoraba, y en la medida en que me dejo transformar por la experiencia de ser padre, me reconcilio con mi pasado y mi futuro. Todo lo que he vivido hasta ahora de pronto cobra sentido. Descubro que hasta la experiencia más insustancial, dolorosa o peligrosa de mi pasado me ha preparado para abrirme completamente a mi mujer e hijos y vivirlo con mucho placer. La paternidad es mi gran maestra.
Aunque soy un padre apasionado, no creo que todos debamos tener hijos. Sé que hay infinidad de caminos y cada uno ofrece sus maravillas. Pero hoy me siento completamente afortunado de estar donde estoy.
Hay quien dice que los hombres nos movemos por objetivos y que vemos la vida como algo que debe ser conquistado. A mi esto me define bastante bien; cuanto más me sumerjo en el reto de la paternidad y más habilidad encuentro para sortear sus obstáculos, más puedo disfrutar de sus grandísimos tesoros.
Yo también viví un embarazo. Aunque de manera distinta, esos nueve meses me prepararon tanto como a Iratxe para lo que vendría. Fundamentalmente aprendí que la llegada de un tercero -y luego un cuarto- suponía un cambio radical.
En lugar de nauseas y antojos, experimenté miedo al compromiso y dude de mi capacidad para responsabilizarme. A la par que ella atendía a los mensajes de su cuerpo y se llenaba de una sedosa y deslumbrante belleza, yo descubrí mucha fuerza para mirar la vida de frente y atravesar mis miedos.
Mientras ella me compartía sus sensaciones, miedos, deseos, necesidades, sueños y expectativas, me ponía en contacto con nuestro hijo. Me di cuenta de que todo el bienestar que deseaba para él se lo podía hacía llegar mediante el cuidado y atención a su madre. No me refiero a lo que hace una enfermera de hospital, no, me refiero a cómo nos comportamos cuando deseamos acercarnos a alguien que acabamos de conocer y nos atrae mucho mucho.
Yo, que siempre había sido un llanero solitario, que me había hecho a mí lejos del país en el que nací. Que soy de los que prefieren hacerlo todo porque solo así controlan el resultado, de pronto entendí lo que era el trabajo en equipo. Ella miraba para adentro, yo miraba hacia afuera. Ella escuchaba su cuerpo, necesidades y apetencias. Yo escuchaba al entorno y lo que pedía de nosotros. Esta fue mi forma de estar completamente presente en el embarazo. Y esto me cambió; aún ahora la forma en que llevamos los asuntos familiares tienen algo de esto.
Habrá preguntas que todo padre desea hacer a otros. Belén me propuso unas que me parecen geniales pues creo que reflejan lo que la mayoría de las mujeres querría preguntar a un hombre. Así que las aprovecharé:
- ¿Qué es lo que más te gusta de ser padre?.
Todo. Pero lo que más, mis hijos. Su risa y su mirada me derriten completamente. Me encanta cómo trepan por mi cuerpo y la confianza creciente que depositan en mi mujer y en mi. Me fascina que compartan conmigo su entusiasmo por el mundo y me lleven de la mano a descubrirlo. Nunca pensé que podía sentir tanto amor, hay veces que hasta siento vértigo y miedo de cuánto los quiero.
- ¿Qué es lo que peor llevas, lo que te descoloca?.
Aunque no es usual, me descoloca mucho la falta de cohesión y compenetración con mi pareja, pues esto hace que todo vaya cuesta arriba. Lo que peor llevo son los momentos en que pierdo la paciencia o que riño sin una necesidad de peso. No me gusta nada saber que pierdo disfrute a causa de agobios absurdos. Ahora entiendo lo que siempre dicen los viejos sobre lo rápido que pasa el tiempo.
- ¿Ves a la madre de tus hijos de otra forma?.
¡Por supuesto! Me siento mucho más unido a ella. Ahora somos equipo. Me siento empujado a aceptar en ella lo que antes no me gustaba o no entendía. Me siento muy afortunado de conocerla como madre, como mujer que da vida. Me hace confiar en ella a veces ciegamente. Ahora entiendo porque la naturaleza es una madre y no un padre.
- ¿Qué son tus hijos para ti?.
El regalo más grande que me ha dado la vida. Están hechos de la unión con mi mujer -de nuestros claros y oscuros- y son aún mucho más que eso. Me conocen desde mis entrañas y son el espejo más claro en el que me he reflejado; no hay manera de engañarlos. Sobre todo, son dos personas que muero de ganas por conocer a fondo. Espero no estorbarles.
- ¿Qué cosas dijiste que nunca harías cuando fueras padre y no has cumplido?.
Nunca pensé que les reñiría ni que perdería la paciencia. A veces me sorprendo utilizando el “no” muchísimo más de lo que me gustaría. Llego a sentirme bastante mal. Creo que muchas veces dije que mi vida no cambiaría cuando fuese padre. Juraba que mis proyectos, amistades, planes, actitudes, etc las protegería hasta la muerte. ¡Ja! Me río de mi ingenuidad. Pero me encontré con algo más grande e inesperado: Nunca pensé que podía pasar horas, extasiado, mirando una mano o un garabato en la pared. Nunca pensé que disfrutaría tanto dedicando mi vida a otras personas; que podía vivir con tanto placer sin ser el centro de mi atención.
- ¿Qué es lo más difícil de ser padre?.
El cansancio extremo. No el físico, el psicológico y emocional. La sensación de que no hay vuelta atrás, de que no hay ni habrá tregua. Pero esto aparece poco y cada vez menos. Por mi experiencia propia y por lo que veo en la mayoría de los padres con que trabajo, el reto más grande está en la relación con vosotras nuestras compañeras.
- ¿Cómo viviste el embarazo y qué sentiste cuando cogiste a tu hijo por primera vez?.
El embarazo supuso un momento de muchísima unión con mi mujer. Lo vivimos con muchas ganas de sentir todo. Fue como un viaje a otro planeta sin salir del salón de casa. Nos hizo disfrutar mucho de cada cosa. Me dió mucha creatividad para escribir y hacer música, para acercarme más a mis amigos y familia. Me dio empuje para enfrentarme a la vida y apostar con decisión. Me dio la fuerza para buscar mi autenticidad.
Cuando cogí a Alvaro por primera vez sentí la realidad del cuerpo, la que está más allá de los pensamientos. Sentí la responsabilidad. Y un deseo gordísimo de darle lo mejor de mí aunque en ese momento no tuviese ni la más remota idea de qué era “lo mejor de mí”.
Con Rubén lo que sentí fue una ternura infinita. Quise devolverlo inmediatamente a los brazos de mamá y deleitarme con la belleza que desprendía su contacto. Sentí que todo a lo que le había dado importancia antes -trayectoria profesional, planes de vida, preguntas existenciales, todo- eran minucias. Eso si que me ayudó a relativizar sanamente.
- ¿Sientes que eres “menos” por no haberlo llevado 9 meses dentro?.
Ahora no, pero parte de nuestro primer embarazo me despertó bastante angustia. Fue una montaña rusa. Al principio no sentí nada y difícilmente me acordaba de que esperábamos un hijo. Luego, experimenté un fuerte temor a que Iratxe se fuese de casa; ella llevaba a Alvaro en su vientre y eso me hacía sentir muy vulnerable, como si yo no pintase nada en todo el asunto. Me sentí absolutamente prescindible. No sentir a mi hijo me removía mucho, no porque me sintiese menos, sino porque me parecía que estaba completamente fuera del asunto. Algo dentro de mí creía que al no tener esa conexión física con nuestro hijo, él no se sentiría unido a mi. Sentí una frustración muy grande. Pero el apoyo de Iratxe y mi deseo de acercarme a nuestro hijos me ayudaron a entender que mi papel en el familia era uno diferente al suyo y no por eso menos presente.
Cuando superé el amargor de ser un sujetavelas, el hecho de no llevarlo dentro me enseñó a reconocerme como testigo de la magia de la vida. Me enseñó a ver y no tocar, a disfrutar con -en lugar de- y dejar estar. De cara a la magia madre-hijo hace falta alguien que la mire, la cuide y comparta con el mundo. Me enseñó también que cuidando de mi mujer cuidaba de nuestro hijo. Digamos que encontré la carretera que me llevaba hacia él. Entendí que en la familia cada uno tiene un lugar, y que esto supone beneficios y obstáculos específicos para cada uno.
- ¿Qué papel asumes como padre en el día a día?.
Completamente presente. Iratxe y yo somos autónomos y encaramos todo según se vaya dando. Puedo pasar el día entero con ellos y hacerme cargo de su desayuno, paseo, juego, siesta, baño, sueño, etc. Aún así, hay cosas que se le dan mejor a ella y otras a mi. Por ejemplo, mi papel empieza a ser el de poner límites y normas. Últimamente me toca “despegarlos” de mamá. También cumplo un papel en relación a ella: a veces tengo que distraerla o darle ánimos; decirle que todo está bien, que tal o cual cosa es parte de un proceso natural; recordarle que se puede apoyar en mi y, sobre todo, que lo está haciendo de la mejor manera posible. Me gusta recordarle que nuestros hijos no podrían tener mejor madre.
Por supuesto que luego ella me espabila y me señala la importancia de disfrutar. Me ayuda a que deje de tomarme todo como una labor. (Aquí una nota para todas las madres: los hombres solemos ver todo como algo que tiene que ser resuelto, arreglado o aniquilado. ¡Ja! Por eso mucho de lo que nos decís nos suena a queja o a petición de auxilio)
- ¿Qué consejo darías a futuros padres?.
No soy bueno para los consejos, creo que cada vida supone un camino único. Pero puedo transmitir una observación fruto de mi propia experiencia y del contacto con muchos otros padres:
Que no dejen nunca de lado su proyecto vital. Es fácil sucumbir y pensar que sólo queda criar, proveer o pagar facturas. También es fácil revelarnos contra esto y que por miedo a perder nuestra vida nos mantengamos a distancia. El gran secreto está en que nuestra vida “fuera de la familia” y nuestra paternidad se nutran mutuamente. Lo que aprendamos con los hijos nos tiene que servir de ayuda fuera, con el jefe y los compañeros de trabajo, con los amigos, vecinos y familia de origen. De la misma forma, lo mejor que podemos darle a nuestra familia es un padre feliz y completo, satisfecho de sus elecciones y motivado para enfrentarse a los retos. Todo el amor y la fuerza que nos aporta la familia tiene sentido si nos lleva a relacionarnos con el mundo de una forma más satisfactoria y placentera.
A vosotras, mujeres, aprovecho para compartiros algo muy importante. Ja. Me atrevo a hablar en nombre de todos nosotros. A veces necesitamos retirarnos simbólica y/o físicamente. Volver a tomar contacto con nuestra individualidad y ansias de conquista. Contactar al llanero solitario que guardamos en el fondo. Puede ser que lo hagamos mediante la lectura, saliendo con los amigos, guardando silencio a la hora de la comida para pensar en cosas del trabajo o lo que sea. Esto no significa que estemos arrepentidos o a disgusto. Mucho menos que queramos salir corriendo o que no estemos satisfechos con vosotras. Tampoco que no veamos vuestros enormes esfuerzos o que queramos que os encarguéis de todo. Solo significa que la presencia en familia es muy nueva para nosotros -me atrevería a decir que incluso como especie- y que necesitamos de ciertos respiros. Claro que nos encargaremos de todo lo que está en nuestras manos, dejaremos todo listo, dormiremos a los niños, haremos el amor con vosotras y revisaremos que la cocina quede libre de cacharros sucios, claro, pero luego probablemente necesitemos ir a tomar unas cañas con nuestros amigos y volver a las cinco de la mañana. O lo que sea.
Supongo que muchas veces vosotras sentís la misma necesidad de abstraerse momentáneamente. Yo suelo invitar a mi mujer a que lo haga. Así como aprendo de ella a entregarme y abrirme sin reparos, ella aprende de mi a no olvidar su proyecto vital. Ella dice que lo necesita menos que yo, no sé, supongo que ya es cosa de cada uno.
Volviendo a los hombres, a mi me ayuda mucho reirme de hasta lo más oscuro y difícil. El miedo, la duda, la incertidumbre; siempre van a a estar, convivamos sanamente con ellos y riamos.
- ¿Qué es lo que más te gusta de tus hijos? ¿Te ves reflejado en ellos?.
Lo limpios que están de convenciones y condicionamientos sociales. Volver a descubrir el mundo a través de sus ojos me está recordando lo que pudo haber sido mi propia apertura a la vida. Esto me permite vislumbrar cuánto me había cerrado. En el nombre de la madurez, las ideas claras y el sentido común dejé de sorprenderme; limité mi experiencia a teorías y conceptos. Estoy recuperando el serio e importante hábito de jugar solo por jugar.
- ¿Se parecen a ti?.
¡De momento no que yo me de cuenta! ¡Y que siga así.
- ¿Ser padre es como esperabas?.
Nada, nada nada… Solo comiendo una fresa de verdad sentiré su sabor y las sensaciones que despierta. Hasta la disertación más minuciosa es una ilusión comparada con la experiencia real. Por un lado es algo tan común, cotidiano y simple. Y por otro es como si de pronto descubriese dentro de mí kilómetros de grutas, ríos y cámaras escondidas que ni siquiera había imaginado.
En parte por esto ya no intento explicar a nadie que no haya sido padre lo que los hijos suponen en mi vida. Quien tenga la suerte de vivirlo, que se sepa afortunado.
Las palabras se quedan cortas. Me quedo con ganas de compartir muchas cosas más. Pero supongo que no hace falta. Ja. En cualquier caso, me encantaría que esto sirviese como una invitación a seguir conversando. Así que me gustará mucho leer vuestros comentarios, preguntas, opiniones y reacciones. ¡Me ayuda mucho conocer otras experiencias!
Estaré pendiente para responder cuanto antes.
¡Gracias Belén por esta invitación!
(Podéis seguir a Daniel en su página de facebook para estar al tanto de sus publicaciones o en su propio blog).
*Todas las fotografías de este post son propiedad de Daniel Troyse y han sido cedidas para su publicación en Oh my mum!
Me ha encantado todo y muy de acuerdo con la frase «los hombres solemos ver todo como algo que tiene que ser resuelto, arreglado o aniquilado». Creo que ese neandertal que llevamos dentro a veces nos perjudica, pero sigue siendo parte nuestra y nos hace chocar muchas veces con ellas/vosotras, sin querer buscar un enfrentamiento. Otra lección que tenemos que aprender siendo padres.
Totalmente de acuerdo…vosotros sois prácticos y nosotras de instinto. La verdadera prueba de amor es tener un hijo :-) acordar, compenetrarse y resolver juntos. Gracias Tito por comentar! Un abrazo!
¡Esa es la palabra que buscaba: Compenetrar!
Qué gustazo leer estos comentarios. Belén, tu espacio mola mucho mucho.
:)
UN gustazo leerte a ti, descubrir cosas de los Padres que a veces las Mamás no entendemos porque sois más parcos en palabras y aunque no lo creas, no todo es tan obvio para nosotras. Mil gracias de nuevo por tu generosidad! un abrazo!
¡Gracias Tito por tu retroalimentación y apoyo! Jaaaa, me encanta que le llames neandertal, te lo copiaré. Me parece que a veces es un gran recurso y, no sólo eso, uno de los prismas mas potentes a través de los que interpretamos la vida. Casi me atrevería a decir que es lo que nos caracteriza. Pero es cierto que no vale para todo, de la misma forma que una martillo no vale para batir huevos. Aún así, creo que no deja de ser algo muy útil y necesario en el encuentro con lo femenino, especialmente cuando ellas pueden estarlo necesitando. A mi me sirve mucho entender que tengo algo que darle a mi compañera y ella a mi. Yo carezco de ello que ella tiene y viceversa, eso le da un sentido mucho mayor a nuestra unión. Digamos que para mi el trabajo está en saber cuándo utilizar este martillo y cuando hacerlo a un lado. Porque, como bien dices, ver el mundo exclusivamente de color martillo nos deja a varios metros de distancia de nuestras compañeras. Y dejar de utilizarlo supone quedarnos con cajas de clavos intactas. :)
Otra ves, gracias. Leyendote fue que me dieron ganas de participar.
Abrazote
¡ Madre mía , qué intenso ha sido leer el post de hoy ! . Intenso y profundo . Creo que voy a tener que leerlo una vez más para quedarme bien con todo . Es uno de esos post que hay que leer con tiempo y sin distracciones . Siempre digo que mis hijos son muy afortunados por el padre que tienen , aunque él es un padre bastante más llano ; )
Feliz día,
Nuria U.C.
¡Hola Nuria!
Me encantará saber qué te provoca este texto. Tus reacciones. Muy probablemente tus hijos son muy afortunados con el padre que tienen. Llano o lo que sea, es el padre que tienen, único e irrepetible. Sonaré cursi, pero están hechos por y para vosotros, a la medida. Tanto vosotros para ellos como ellos para vosotros. :) Los míos dirán de mi que soy un pesado y que le busco patas a las culebras.
Besos
Cada padre tiene sus cosas buenas. Igual que no todas nosotras somos iguales :-) Estoy feliz de haber pensado en esta sección para ELLOS. Creo que nos va a traer aprendizajes muy buenos! Un abrazo
Me quedo con esta frase: -«Lo limpios que están de convenciones y condicionamientos sociales»-
A mi es lo que más me gusta de la niñez e intento preservarla lo máximo posible.
Una intensa y bonita reflexión, no puedo estar más de acuerdo en todo…creo que voy a empezar a mirar a mi marido con otros ojos :P
¡Un beso a los dos!
¡Marie Lou!
Me alegra mucho ver que compartimos visiones. Oye, pero cuéntanos, o cuéntame ¿con qué ojos vas a empezar a mirar a tu marido? Muero de ganas de saberlo.
Besos
:)
Yo creo que también Marielou. Son más «simples» que nosotras, más prácticos, pero también tienen su miga! Un abrazo
Ya te lo dije la primera vez: me encanta esta nueva sección! Mi marido siempre me dice que algún día quiere escribir en el blog, al final tendré que dejarle a ver qué sale jaja
Me ha gustado mucho la idea de «hacer equipo» que me parece super realista y en el fondo es lo que hace que todo funcione: en las alegrías y en las dificultades ;)
Con ganas de leer la siguiente entrega! :)
¡Agata!
¡Qué escriba! Para mi ha sido todo una aventura. Me he aclarado cosas, descubierto otras. Le he dado la brasa a mi mujer con «¿esto se entiende?» mil veces… :) Como dices, equipo.
:)
Dile que se anime! Vosotros también sois un buen equipo! Un abrazo y gracias por comentar! Me alegra saber que os gusta la sección!
Bueno, bueno!! cuánto me gusta que los chicos se explayen y dejen fluir todo lo que tienen dentro, lo que disfrutan , lo que descubren, lo que viven cuando deciden embarazarse y cuando por fin, son padres.
Bravo Daniel, me encanta que desnudes tu alma y nos cuentes este derroche de emociones que, por supuesto, no son exclusivas de las mujeres.
Yo nunca te diría las cosas que te dijeron esas señoras.
¡Felicidades a tu equipo por vivir con intensidad la llegada de los pequeños!
Igual que a Tito, si estuviera ahora contigo te daría un abrazo de «Osa».
Belén, esta sección es preciosa, felicidades a ti también por conseguir que hablen y nos dejen saber y aprender.
Ya sabes que, en ese sentido, yo tuve un marido «florero» y en el cole me preguntaban si era viuda o divorciada… ¡Ays, algunos hombres…!
Un besazo.
¡Marisa!
Jaaaaa, marido florero. Vaya, ahora que disfruto tanto de la crianza me parece una pena que cualquier padre se lo pierda.
Me encanta ese abrazo de Osa. Y saber que no me dirías cosas raras en la calle, jaaaaaa. Qué rico espacio ha ido armando Belén.
¡Gracias por leer con apertura y receptividad!
Besazo
Me encanta esta sección, me gusta ver la otra parte y descubrir como sienten tanto aunque a veces parezca lo contrario!! Vivan esos padres entregados y orgullosos de educar y compartir momentos con sus hijos!!